miércoles, 4 de mayo de 2016

Carta de despedida



                                                                                    Palermo, 4 de abril de 1948
Querido Ariel:                                                                                               
Muchas gracias por tus halagadores mensajes arrojados desde el coche. Sinceramente no te pude observar detalladamente, pero las veces que lo logré me resultaste muy amigable y atractivo. Yo creo que mis primas sienten envidia ya que me has elegido a mí como la más bella. Es por eso que hoy no puedo asistir a tu visita ya que no quería incomodarme con la situación y pasar un mal momento. Por otra parte me gustaría confesarte que tengo una parálisis de columna que no permite moverme solo echar mi cabeza hacia atrás. Me dificulta y no me deja llevar una vida normal. Mi tía y mi mamá me protegen y me consienten, no hago las tareas habituales en la casa, siento que mi familia siente lástima por mi. Particularmente mis primas sienten envidia y creen que es un beneficio no trabajar ni lavar los platos, pero créeme que no es así. Te digo, para que entiendas que nuestra relación jamás va a funcionar, es imposible. Mañana será nuestro último fugaz encuentro, nunca más nos volveremos a ver. Haré una estatua muy significativa para mí, espero que te guste y que entiendas que representa eternidad. Siempre te recordaré y haré el último gesto señalando las manos hacia el cielo.


Hasta siempre,
                Leticia 





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